Entre 1958 y 1963, se comercializó la talidomida, un fármaco contra las náuseas de las mujeres embarazadas. Pronto empezaron a nacer bebes con focomelia, una malformación en la que los brazos y las piernas de los recién nacidos no existían o eran excesivamente cortos.
Los investigadores descubrieron que la talidomida era una mezcla racémica de dos enantiómeros. El enantiómero R provocaba los efectos deseados, mientras que el enantiómero S producía las malformaciones fetales.
El caso de la talidomida forzó a los países a imponer más restricciones y mejorar los estudios sobre los medicamentos antes de su comercialización.